In this painting by Jose Luis Sotero, the message “We are not illegal” is on one of the train cars that running migrants are trying to reach. A man without a leg is supported by a minor and a crutch.

Photo courtesy of Jose Luis Sotero

La deportación le abrió el camino al arte a este pintor

Por Liliana López Ruelas

Summary: El artista mexicano José Luis Sotero encontró en la Iniciativa Kino para la Frontera un nuevo camino a la paz y descubrió un sueño hasta entonces inadvertido.

José Luis Sotero nunca había pintado antes de llegar a la Iniciativa Kino para la Frontera.

De hecho, cuando intentó dos veces cruzar el desierto de Sonora-Arizona en 2015, no tenía idea de que la deportación abriría su camino al éxito. El originario de Michoacán, México, solo quería llegar a Estados Unidos para trabajar duro y recuperar la paz que había perdido en su tierra, a la que describió como una zona de guerra.

“No puedes tener absolutamente nada (en Michoacán)”, dijo Sotero una tarde de octubre en un cuarto austero, con poca luz, pero lleno de arte y esperanza en Nogales, Sonora, a unos pasos del puerto de entrada Mariposa. “No puedes tener un negocio bien, no puedes tener una vida tranquila. En Michoacán todo el mundo paga permisos por trabajar; pagas al gobierno, pagas a al crimen organizado”.

En su viaje al Norte, Sotero pagó a un pollero -como se llama en la frontera a quienes guían a personas por el desierto- y se sumergió en el terreno árido de la región de Sonoita, Arizona, con ropa camuflada y una mochila llena de comida y agua.

Caminó ocho horas.

Hubiera seguido, dijo, pero alguien desfalleció y el grupo se detuvo a ayudarlo. Fue entonces que llegó la Patrulla Fronteriza.

Lo que siguió fue un año en la prisión de Florence, Arizona. Luego, Sotero hizo parte de la estadística: fue una de las 240,255 deportaciones que el ICE, Agencia de Inmigración y Aduanas, realizó en el año fiscal 2016, según el reporte de la dependencia, una cifra similar a las más de 249,000 deportaciones del 2022.

El intento de establecerse en Estados Unidos había fracasado, pero el ahora artista plástico y expositor internacional encontró en la Iniciativa Kino para la Frontera un nuevo camino a la paz y descubrió un sueño hasta entonces inadvertido: pintar y contribuir a que otros migrantes encuentren a través del arte una forma de sanación personal y un alivio económico.

“Cuando llegué aquí, a Nogales, esto fue lo que me dio de comer”, dijo Sotero.

Eso fue posible gracias a Proyecto de Vida, un programa de la Iniciativa Kino que ofrece talleres de costura y bordado, repostería, y pintura para que los migrantes puedan ganar dinero e independizarse.

La Iniciativa Kino para la Frontera es una organización católica sin fines de lucro que brinda servicios a personas migrantes y aboga por políticas públicas más justas para ellos.

El poder de los migrantes

A pesar de no haber vuelto a pisar suelo americano, Sotero ha expuesto su obra en varios sitios de Estados Unidos, entre ellos la Universidad de Arizona y el Consulado de México en Tucsón. El Museo de Arte de Nogales fue su primer gran escaparate y de donde surgieron las otras oportunidades.

“Aquí lo aprendí todo”, dijo el artista autodidacta sobre los talleres de Kino. “O viendo YouTube, o aquí. Ahora expongo en museos, y en galerías importantes”.

Las piezas de Sotero retratan el desierto, la desolación, la autoridad y la muerte. Muchas han sido compradas por admiradores y coleccionistas de arte.

En una de ellas, una mujer llora en el desierto junto al cadáver de un hombre.

“Ella está deseando tener algo que la apoye, alguien, cuando su pareja o su familiar ya no está. Ella ya no puede hacer nada por él”, describió Sotero.

En otra de sus pinturas, un agente de la Patrulla Fronteriza apunta con su arma en la cien a un hombre caído en el suelo del desierto: Cristo.

Un elemento constante en la obra de Sotero son los galones de agua que los migrantes llevan o que les dejan los grupos de ayuda y rescate, como Los Samaritanos. “Para mí, marcaron mucha, mucha diferencia en mi caminar”, dijo el ahora voluntario del taller de pintura de Kino.

Sotero vive de su arte en Nogales, Sonora, y no tiene intenciones de volver ni a Michoacán ni a Estados Unidos.

Su propósito es dar a conocer el tema de la migración a través de sus pinturas. “Las muertes que pasan en el desierto, ¿por qué pasan?, ¿cómo pasan?, es lo que estoy tratando en mis trabajos de arte”, dijo.

El programa de talleres de Kino, Proyecto de Vida, se convirtió en una cooperativa.

Las piezas elaboradas por los migrantes son vendidas a través de la cooperativa a la misma Iniciativa Kino, que después las pone a la venta entre miembros de la comunidad y de instituciones que visitan frecuentemente a la organización, como escuelas, parroquias y donantes, explicó Pedro de Velasco, director de Educación e Incidencia de Kino.

Además de las pinturas, los migrantes de Kino crean joyería, servilletas, manteles y blusas bordadas. También hornean panes, galletas, pasteles y pizzas.

De Velasco dijo que el propósito de la cooperativa es generar no solo un ingreso temporal y expedito para los migrantes sino un posible camino a la estabilidad emocional y financiera, que es parte de la filosofía de “empoderamiento” de las personas en tránsito que distingue a la institución.

“Queremos que una persona pueda estar emocionalmente fuerte y bien informada para tomar decisiones”, dijo De Velasco.

El trauma de la migración forzada

Alguien que se ve obligado a dejar su lugar de origen y a su gente tiene que sanar, dijo Pedro De Velasco, el directivo de Kino.

“La migración es trauma, es ruptura. Los migrantes tienen que dejar atrás a su familia”.

Especialmente ahora, que la violencia es la principal causa de expulsión de sus países de origen, “los migrantes vienen con trauma y están atorados (en Nogales), porque las políticas públicas actuales impiden que puedan llegar a su lugar de destino”, explicó De Velasco.

Del 1 de enero al 31 octubre del 2023, la Iniciativa Kino atendió a 8,302 personas con sus servicios de albergue, comedor, atención médica, asesoría legal y apoyo psicológico, además de su labor de educación e incidencia.

Más del 75% de los migrantes que han llegado a Kino este año son mexicanos, principalmente de Guerrero y otros estados del sur del país, porque son quienes tienen más posibilidad de tomar un autobús y llegar a la frontera sin ser interceptados por el crimen organizado para intentar pedir asilo en Estados Unidos a través de la aplicación CBP One de Aduanas y Protección Fronteriza. Una gran parte de ellos son mujeres con niños.

A diferencia de Kino, donde abundan las familias mexicanas, en Nogales, Arizona, así como en otras ciudades de este estado y de Sonora, se pude ver a muchas personas migrantes de otras nacionalidades, incluso de países muy lejanos, porque a ellos el crimen organizado los intercepta antes de llegar a la frontera y les ofrece – o los obliga a- cruzarlos a Estados Unidos, dijo De Velasco.

Su sueño no era americano

Como muchos migrantes, José Luis Sotero sostiene que si en Michoacán hubiera podido vivir en paz, él nunca se habría ido de su tierra.

“Estados Unidos no es un lugar que me guste”, dijo el artista, quien antes vivió y trabajó por un periodo corto de tiempo en este país.

“Lo intenté porque lo primero que te dice la gente es ´pues vete a Estados Unidos, allá vas a estar más tranquilo y mejor´, pero no era que yo quería ir a Estados Unidos. Yo ya sabía lo que era estar en Estados Unidos. Es una vida de esclavitud. Trabajas desde las 4:00 de la mañana que te levantas y te andas bañando a las 10:00 de la noche”, dijo Sotero. “Eso no es vida”.

Para Sotero, la desinformación – muchas veces intencional - es el principal mal que aqueja a los migrantes que, como él, buscan llegar a Estados Unidos por el desierto.

“Si yo hubiese sabido qué era el asilo y que podía aplicar, no sé, a Canadá o a otro país, yo no hubiera venido a cruzar el desierto caminando ocho horas, o las que fueran”, dijo Sotero. “Mejor me hubiese ido a buscar asilo a otro lado, la verdad”.

De cualquier modo, Sotero agradece el viaje que le cambió la vida.

La Iniciativa Kino provocó un cambio total en mi vida”, dijo el pintor. “Me mostró que podía buscar otro estilo de vida con el arte, y ahí comencé a vivir desde cero”.

José Luis Sotero habla del taller de pintura que ofrece la Iniciativa Kino para la Frontera a inmigrantes que reciben sus servicios en Nogales, Sonora. A Sotero, este taller le cambió la vida. Foto por Liliana López.

“La Iniciativa Kino provocó un cambio total en mi vida”, dijo el pintor. “Me mostró que podía buscar otro estilo de vida con el arte, y ahí comencé a vivir desde cero”.